jueves, junio 12, 2003
La primera tasa de cafe del día.
En espera de la primera tasa de café del día, demoro dos horas en los preparativos. Ya me he bañado y me he vestido, solo me falta mi tasa de café; en espera de esos pocos minutos todo me sucede, todo lo recuerdo, me siento como si fuera una ancianita que se revuelve entre sus memorias, como añorando esa moneda de oro que se encuentran las personas que barren enormes patios en los cuentos infatiles.
Mietras la maquinita italiana de expresso se calienta, lavo los restos de la cena que más bien fue un ataque al refrigerador que agonizante soltaba vocanadas de aire frio antes de quedar en las ruinas que hoy luce.
Pienso en Vignia Wolf, en su "Una habitación propia"
Decia que la reflexión se daba mientras lavaba los trastes, imaginaba historias, podria acomodar mejor sus ideas.
Bien bañadito, mi piel brilla y el contraste de mis vigotes con la piel es mas fuerte, me veo el rostro y decubro unos con ojos limpios, grandes, amables, nadie lo puede comprobar, asi que me reservo esos momentos para mi sólo.
Mientras lavo los trastes, pienso en la música y compongo canciones, coloreo enormes cuadros y sonrió, me veo bien y salgo a caminar, el sol se asoma placido y mi sombra salta por sí misma, animada por una musica que recuerdo, despues de un rato todo vuelve a la calma, solo sigue emocionada mi silueta que salta como si se escapara de mis zapatos.
La maquinita hace guurruu, guurruu ... sale el café
"Regrese de mis cabilaciones" (frase solo para maricas sensibles), ese día tenia planeado salir a dormir a la calle, acompañado de una linda chica, trasnochando dormiremos a las afueras de la ciudad, en el bosque lleno de bandidos y policas corruptos, tengo miedo, he de confesarlo. pero si logramos eso, amaneceremos felices con olor de bosque y canto de pajaros.
Y pensar que son las 3 de la tarde y no me he tomado ningun café toda via.