lunes, julio 07, 2003

Roland Barthes Derritado

Este sábado 5 de junio, con una terrible obstinación de las normatividades fascitas de la politica nacional, la promulgación de la LEY SECA afetó mis organos sensitivos mas nobles, mis refinados sensores papilas y organelos, se veria privados de cerveza por las mediocres nociones de civismo y ciudadanía.

Así que resignado y arrastrando los pies, mientras daban la una de la tarde, me estacioné frente a la libreria del Fondo de Cultura Económica que se encuentra en Miguel Angel de Quevedo, ¿Quién fue ese tal Miguel Angel de Quevedo? no se, y ya me duele la cabeza de pensar que algún dia me econtraré un resumen de su vida y acciones que lo inmortalizaron en este concreto, semáforos y camellones.

A las afueras de la librería habia gente formada esperando entrar al " X FORO PSICOANALITICO DE LA PSICOSIS" La mayoría señoras cuarentonas con el cuerpo fofo y colgante, sin embargo sus ropas ajustadas parecian ignorar las leyes de la gravedad, supongo que por eso las señoras cuarentonas cuyos cuerpos empizan a gotear sus carnes, se atiborran de joyas, colgajitos, copetotes rubios y aretotes, como para disimular la atencion y asi gente mirona como yo, no ande de chovinista-sexópata-misogino-machista-criticón, por ahi.

Me detuve en la puerta para registrarme, la señorita que recogia los datos estudiaba matemáticas y teatro, su amabilidad y su ombligo (recordareis hermanos mios que la moda de las señoritas es la obligera oh), me detuvieron el impetú de simplemente entrar a oir las conferencias o charlas.

Al rato me fui, la señorita era no tan bonita, rubia, cara de intelectual, de hermosa figura, me ofreció café y se reía de mis absurdas bromas; la verdad, no le di demasiada importancia, será talvez que no le reconocí demasiado volúmen en el tarsero,sera que noté cierta distancia, o sera que sus lentes de pasta gruesa color negro me advirtieron cierta obviedad en sus gustos y preferencias.

Lo hermoso de ese instante (además de las absurdas referencias a la Esquizofrenia y su control quimico-legal que de repeten salpicaban de deseo la piel blanca y el obliguito rigido de mi interlocutora), es que ademas, el texto del tríptico que publicarón para este foro, relucia de una belleza inalcanzable, quizá por su histrionismo involuntario:


"En esta visión del mundo sadico-anal poblada de -objetos malos- amenazantes, coinciden el-niño-y-su-bacinica- y el esquizofrenico en la misma no conformidad a las leyes de la realidad y en el mismo abandono de una suerte de fecalidad absoluta de la existencia".

ohhh ni yo lo hubiese descrito mejor.

El foro continuaba, bajé las escaleras y encontre una joya hermosa que hacia años no revisaba, Lo obvio y lo obtuso, de la claridad simple de Roland Barthes, rápido me fuí al escrito titulado: EL AMOR A SCHUMAN.

Solo Deleuze y otro además de Barthes eran autenticos Schumannianos, y Barthes era el mero genio de la suavidad y sencillez, interesante lectura de un apasionado de la musica, de las imágenes, de la semiotica, de la escritura, de la retórica, bastantes nociones se escaparón de la pluma de Barthes antes de su trágica muerte, como apresuradas a salir antes de que su corazon dejase de latir y el camión de la tintoreria aplastase sus organos vitales.

¿Como se abandona a la locura alguien que renuncia a los Universales?, Schuman era un intimista que definia a cada escucha como único y a cada interprete como destino privilegiado de su ejecución de las notas, un compositor para cada de pianista.

Su simpleza era mas que nada una insistencia, dice Barthes, pero...¿ la sencillez es una insistencia en el mismo Barthes?

Roland Bartes tenia el amor del detalle y a la simpleza que distingia a autores como Walter Benjamin, el texto es ejemplo de lijereza y puntulidad.

J. Derrida (nada sencillo y super atiborrado), en sus notas dedicadas a la(s) muerte(s) de su amigo Roland dice:

Como él, yo buscaba el frescor de una lectura en esa relación con el detalle. Sus textos me son familiares y aún desconocidos. Esa es mi certidumbre, como ocurre verdaderamente con todos los textos que me importan. La palabra “frescor” es la suya, juega un papel esencial en la axiomática de Le degré zéro... El interés por el detalle también fue el suyo. Benjamin veía en el agrandamiento analítico del fragmento o del significante ínfimo un lugar de cruce entre la era del psicoanálisis y aquella de la reproductibilidad técnica, de la cinematografía, de la fotografía, etc. (Habiendo atravesado tanto por los recursos del análisis fenomenológico como por el estructural, desbordándolos, el ensayo de Benjamin y el último libro de Barthes podrían muy bien ser los dos textos culminantes sobre la cuestión llamada del “Referente” en la modernidad técnica.)

Aparecido en Poétique nº 47, 1981. Traducción de Raymundo Mier, en DERRIDA, J., Las muertes de Roland Barthes, Taurus, México, D. F., agosto de 1999.






La atmósfera de la lectura se lee mejor en este Derridá sobrio, en luto, mas serio que nunca, confeso y triste, sus otros textos plagados de signos rapidos son tan densos que no se parecian mas que en el horizonte, alejandose de ellos, en cambio estos textos de amor y despedida a su amigo le dedica mayor simpleza:

Por él, para él, por Roland Barthes: por él, para él despliego estos pensamientos. Eso significa que pienso en él y desde él, no solamente en su obra o refiriéndome a él. Por él, para él. Esto parece decir que quisiera dedicarle estos pensamientos, dárselos, destinárselos. Aunque ya nunca lleguen hasta él. Y éste debe ser mi punto de partida: no pueden acudir a él, llegar hasta él, incluso si hubieran podido hacerlo mientras vivía. ¿Entonces? ¿A dónde llegan? ¿A quién y por qué? ¿Son sólo para él en mí? ¿En ti? ¿En nosotros? No es lo mismo, ocurre tantas veces, y desde el momento en que está en otro, ese otro no es ya el mismo. Quiero decir el mismo que es él. Y, no obstante, él, Barthes, ha dejado de ser. Atenerse a esa evidencia, a su claridad incontestable, volver a ella como a lo más simple y sólo a esto: que incluso retirándose a lo imposible algo ofrece aún y permite pensar.
DERRIDA, J., Las muertes de Roland Barthes


¿Cuantos amigos tiene uno y piensa en ellos, y nunca les dice nada? estos seres ocupados en sus reflexiones, dejan su olimpica mirada para mirarse a los ojos y reconocerse, decirce y palticarse; mis amigos son amables y siempre disfruto de su compañia, ¿ustedes han dedicado tiempo a pensar en ellos y tratra de enteder lo valioso de la amistad, ese motor que los hace sentirse bien?

¿La muerte es el destino primero de la reflexión de la vida? ¿de una vida que compartiamos hasta antes de saberla desaparecida? cada segundo intimo de reflexion es vida y su contraste es morir sin pesar en ello, los dias estan tan dentro del alma que solo usamos el corazón como espoja sangrienta para embarrar nuestra existencia.

Tal vez Woddy Allen pudiera decir ahora: ¿por que no sabemos los otros nombres de los renos de Santa Clos? ¿sera que Rodolfo es el capataz de ellos? ¿Rodolfo platica con los otros renos y los hace sus amigos? ¿que tan profunda es la amistad entre dos o mas trabajadores y que tipo de lazos -ademas de los obvios del trineo- tienen en sus vidas? ¿puede nacer la amistad en la gente que se ve solo una vez al año, y no tiene un minuto libre durante esa jornada saturada de trabajo?

¿Derrida, cuando muera, quien sera el amigo que le escriba cartas de amor y sincero aprecio?

Schuman enloquecia mientras te cantaba al oído sus mas íntimas melodias, Benjamin se suicidaba frente al miedo de su propio desamparo, Barthes moria y sus amigos entonces teoricos de LA ESCRITURA, se enfretaban a ESCRIBILE. la escrituta como huella de la vida es el peor caso de la vida de los intelectuales, la vida quizá debe ser huella de una escritura, que se compadece de nuestros humores y caminos, que se ría de placer al sabernos muertos por fin


Escribir (le). Al amigo muerto en sí regalarle su inocencia. Lo que yo hubiera querido evitar, evitarle: la doble herida de hablar de él, aquí y ahora, como de un vivo o como de un muerto. En los dos casos desfiguro, hiero, duermo o mato. ¿Pero a quién? ¿A él? No. ¿A él en mí? ¿En nosotros? ¿En ustedes? ¿Qué quiere decir eso? ¿Que nosotros permanecemos entre nosotros? Es verdad, pero a la vez un poco simple. Roland Barthes nos mira (cada uno adentro, cada uno puede decir que su pensamiento, su recuerdo, su amistad lo mira entonces sólo a él) y de su mirada, aunque cada uno de nosotros disponga de ella también a su manera, según su lugar y su historia, no hacemos lo que queremos. Él ésta en nosotros pero no con nosotros; nosotros no disponemos de él como de un momento o de una parte de nuestra interioridad. Y lo que entonces nos mira puede ser indiferente o amante, terrible, dispuesto al reconocimiento, atento, irónico, silencioso, fastidiado, reservado, ferviente o sonriente, niño o envejecido ya; en una palabra puede, en nosotros, dar todos los signos de vida o de muerte que extraemos de la reserva definida de sus textos o de nuestra memoria. Lo que hubiera querido evitarle no es la Novela y la Fotografía, sino algo que hay en una y otra, y no es ni la vida ni la muerte; algo que él dijo antes que yo (y sobre lo que volveré -siempre la promesa, la promesa de regresar, que no es ya un recurso fácil de composición-). Nunca lograré evitarlo, en particular porque ese punto se deja siempre apropiar por el tejido que él mismo desgarra hacia lo otro, y un velo de studium se vuelve a formar. ¿Pero quizá valga más no llegar hasta allá y preferir en el fondo el espectáculo de la insuficiencia, del fracaso, de lo truncado? (¿No es irrisorio, ingenuo y propiamente pueril presentarse ante un muerto para pedirle perdón? ¿Tiene esto sentido? ¿A menos que eso sea el origen del sentido mismo? ¿El origen en una escena que uno realizaría ante otros que lo observan y personifican también al muerto? Un buen análisis de la puerilidad en cuestión sería aquí necesario pero insuficiente.)

DERRIDA, J., Las muertes de Roland Barthes

Mientras tanto, El Foro era del todo vulgar, del todo SABIO, super superflúo y acondicionado; eran tan patetico que hasta el café y las galletitas eran devoradas con la pobresa y la mendiguez que las ideas ahi se exponían, los doctores expertos en cirujias y pastillas, en pavellones y estadísticas, en asociaciones, academias y premios estan de plano re pendejos, bueno esa es mi humilde opinión, además que... , como reza su tríptico en papel corrugado, color gris, impreso al revez y además pixelado, estaban enlo que ellos sabiamente llamaron:

el mismo abandono de una suerte de fecalidad absoluta de la existencia".