Explorar el lado femenino en mi persona es de lo más sencillo. No tengo que ponerme a meditar desnudo en un baño de lodo escuchando un coro de niños con canciones en otomí; o pensar en mi mamá dando a luz y de trasfondo el Iztatzihuatl; tampoco debo de leer a Jaime Sabines por ejemplo su poema de que le encanta Dios:
.
"A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho —frente al ataque de los antibióticos— ¡bacterias mutantes!
.
Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.”
.
No y no...
(Continuará)